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lunes, 25 de julio de 2016

Arnaldo Rosado y Carlos Soto Arriví, los jóvenes mártires independentistas del Cerro Maravilla



   Hace 38 años, el Cerro Maravilla fue bañado con la sangre de los jóvenes independentistas puertorriqueños Arnaldo Darío Rosado y Carlos Enrique Soto Arriví, asesinados vilmente por la policía, en un hecho que estremeció a la opinión pública internacional.
   Arnaldo, de 24 años, y Carlos Enrique, de 18, eran dos luchadores independentistas, miembros del Movimiento Revolucionario Armado, que, instigados por el agente policial encubierto Alejandro González Malavé, conocido como el Fraile, subieron al cerro, de mil 205 metros de altura, para sabotear una torre de comunicación.
   Con este hecho, los jóvenes patriotas pensaban llamar la atención del mundo por los boricuas presos Óscar Collazo, condenado a muerte por su participación  en el intento de asesinato del presidente norteamericano Harry S. Truman, en 1950, y Lolita Lebrón, Irving (Irvin) Flores, Rafael Cancel Miranda y Andrés Figueroa Cordero, quienes cumplían largas condenas después del tiroteo en el Capitolio de Washington, en 1954.
   La subida al Cerro Maravilla se convirtió en una encerrona para Arnaldo y Carlos Enrique, a quienes la policía emboscó, para arrancarles la vida a mansalva, después que quedar desarmados, esposados y arrodillados en el piso.
   Según versiones de testigos, los cuerpos acribillados a balazos de los jóvenes, fueron orinados por sus verdugos.
   Las investigaciones, que duraron varios años, reflejaron que detrás de la muerte de Arnaldo y Carlos Enrique había una conjura muy bien diseñada desde los círculos de poder en Puerto Rico, y a pesar de la resistencia y el silencio gubernamental, al fin salió la luz la verdad del crimen contra los jóvenes independentistas.
   El día que asesinaron a Arnaldo Darío Rosado y Carlos Enrique Soto Arriví, Los boricuas recordaban con tristeza que 80 años antes, tropas estadounidenses al mando del General Nelson A. Miles, conocido como “el asesino de indios” invadieron a Puerto Rico por la bahía de Guánica, al sur de la Isla.
   Esta invasión imperial fue el comienzo de una campaña militar que duró 85 días y culminaría con la salida del último gobernador español de la Isla, dando fin a casi cuatro siglos de coloniaje ibérico e iniciando el dominio de Estados Unidos sobre Puerto Rico, que hoy acumula 118 años y convierte a la isla en la colonia más antigua del continente.

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